martes, abril 12, 2005



EL OLOR HABIA VUELTO

El tiempo me sepulta, ha pisado nostalgias que prometían amores, se amalgaman espíritus, genitales gonorreicos se besan tras el coito.

El desamor agridulce retorna, engaño, imbecilidad, frigidez, añoranzas persisten.

He roto el silencio, el llanto se instala en las tripas, surcos alardean victoria, y yo sigo muerta.

Los días como ranas brincan lirios, minutos flotan en el aire, los croacs me aturden, me llevan a la locura, esa que se disfruta en soledad.

Sigo muerta y en huida me pierdo, muerta y en penar llamo a los anfibios.

Cáscaras cítricas se duermen en mi regazo, se queman, me funden en dolor, muerta, sigo muerta. He muerto seis veces en este día y no encuentro la manera de acallarme, de perderme de vista aunque sea un momento.

He muerto mas de seis veces, quizá ocho o diez, y a cada respiro hundo mi sobrevivencia, la aniquilo tras el almuerzo, y no reconozco mi cuerpo sin vida, no reencuentro al cadáver en el que me he convertido.


El olor había vuelto.
Carolina se desmoronaba en cada respiración. Contempló la calle, bebía un tinto avinagrado y fumaba un Montana casi mojado.
Le parecía absurdo el retorno de ese olor, hacía 1 mes que Juan aparecía en su vida, y desde entonces los recuerdos, olores y tactos se veían desaparecer. Pero el olor aumentaba y Carolina entraba en un estado de asco y desesperación. Juan llegaría en cualquier momento y ella seguía desnuda junto a la ventana, sintiendo como el olor penetraba de nuevo entre sus piernas. La voz de Janis Joplin erizaba sus pezones, el recuerdo la atacaba, convulsiones arítmicas la embestían, voces, gritos, rostros, sombras,
persecuciones.

Buscó en el cajón la hoja donde amontonaba la hierba, tenía un color mortífero, como si la piel verdosa estuviera podrida y enclaustrada en el papel. Sacó la pipa que tenía grabado su nombre y la llenó del material pastoso, fueron tres las veces que el humo se vació en su interior. El timbre sonó y justo cuando giró la perilla sintió su desnudez. Estaba en la puerta el hombre que amaba sin conocerlo, que llenaba de ansia y deseo su ser, y que no conocía...ni siquiera por foto.

La sorpresa de verla desnuda, provocó en él una leve sonrisa, apenas perceptible. Carolina dijo un –ya te esperaba- inerme.
El abrazo les cortó por instantes el aliento, Juan hablaba de su viaje y de las muchas personas que viajaban en autobús, mientras le observaba los pezones erizados a su compañera. De manera natural Carolina encendió un cigarro, ni siquiera le preguntó si le molestaba. Juan tosía y sus gestos denotaban enojo, malestar. La radio aún sonaba con la voz de Joplin, la calle en silencio parecía escuchar la charla sin sentido, que ahora habitaba en el departamento 6 de una calle de la ciudad. El olor la golpeó de nuevo, la angustia se veía entre las pupilas dilatadas...el olor se mezclaba entre los muebles, entre el tiempo. Las manos de Juan la acariciaban, pero el protervo olor no cesaba.
Líquido blanco brotaba de su sexo, Carolina en el suelo jugaba al amor, las carcajadas penetraban los sentidos de él, iracundo la buscaba en el mosaico, le hablaba del ahora, del aquí, de los dos. Carolina se perdía en su agonía, buscaba un cuerpo, una mano. Un padrenuestro se escuchaba a lo lejos, las paredes se ensanchaban, los colores transgredían el espacio, las voces revoloteaban.
El trance parecía interminable, Juan tomó el teléfono gris que estaba en la mesa de sala y llamó a una ambulancia.
El olor se difuminaba, Carolina repetía una y otra vez “down on me” de la Janis, mientras Juan se buscaba entre la memoria, el tinto le amargó el gaznate, mientras ella, yacía balsámica, estúpida, vomitada entre las sombras.

Rosminda Perlasca

2 comentarios:

Anónimo dijo...

la verdad es que lamento muchisimo haber perdido mi tiempo leyendo esto... tal vez más tiempo he perdido al comentarte pero si puedes libranos de encontrarnos con escritos TAN MALOS como este no sé que haya sido pero es malisimo me he grabado bien muy bien tu nick para no volver e leerte en lo subsecuente, lo lamento por los que te leen, que basura es la escribes!

Anónimo dijo...

ah!, que hueva me das...