Por Héctor Antonio. dekosimo10@hotmail.com
No he querido a otra mujer como a Vera, la extraño, y extraño su departamento, que era más confortable que en el que ahora vivo. Una noche me sentí sola y comencé a contar con los dedos los días que llevaba sin ella, ¡como si fueran tan pocos¡
Hay algo que nunca olvidaré, el día que vi por primera vez un mapa de Kenia extendido sobre la mesa con itinerarios y costos de avión,
_ ¿Piensas regresar? Le pregunté. No dijo nada solo sonrió, fue hasta donde estaba Tobías, tomó su peluda cabeza entre las manos y dijo: Hay alguien más en mi vida Tobías. Unos días después me levanté de la cama y lo primero que dije fue,
_ ¿Y donde está alguien?
_ Ahí, me contestó señalando el mapa sobre la mesa. Tobías se estiró y se relamió las patas.
_ Se llama Leon, es francés y estudia etnología, vive en Nairobi temporalmente, estoy enamorada de él.
_ ¿Por eso vas a regresar?
Pero antes de que terminara de decir esto ella ya estaba en su habitación.
Al día siguiente le dije algunas cosas sobre el asunto, luego seguí insistiendo, ¿Estás segura que te quiere? ¿A que diablos vas a Kenia? ¿En realidad crees que lo encontraras? Pero Vera no contestaba. Ella ya lo sabía, no quería que se fuera.
Conseguí un trabajo extra por las tardes, tendría que viajar y eso me molestó un poco. Era la única manera de seguir pagando las cuentas, y aún esperaba que tal vez ella no tuviera el dinero suficiente para el boleto de avión y me pidiera prestado.
Nuevos medicamentos, le habían dicho en la clínica, nuevo tratamiento, más eficaz, en ese momento sí nos reímos juntas.
Pasaron unos días en que no sabíamos como hablar sin iniciar una discusión, una tarde llegué a la casa y vi tapizada toda una pared con las postales las guías y mapas que había traído de su último viaje por Africa. Ella las contemplaba desde la alfombra con una risa idiota, pensé que todo eso era más serio de lo que parecía y traté hablar lo menos posible sobre el asunto durante el desayuno del día siguiente, pero en cierto momento le solté,
_ ¿Has pensado en mí últimamente?
_ He pensado mucho. Dijo.
_ ¿Entonces, por qué te vas?
_ Por que espero regresar algún día y llevarte conmigo. Contestó. No pude decir palabra y fue el final de la plática.
Recuerdo que recibió la noticia mientras escribía cartas de despedida a su familia, yo no estaba presente, cuando quise saber no me dio detalles, solo me dijo no volvería a Kenia nunca. Los días siguientes Vera tuvo una nueva crisis, más aguda que las anteriores, Vera aprovechó uno de mis descuidos, mientras me encontraba fuera de la ciudad, y se corto las venas. Mi amiga de toda la vida, mi gran amor, me dejó y yo no estuve ahí, sólo Tobías echado junto a ella en la cama. Cuando la encontré, todavía tenía algunos de sus mapas y él gato tenía manchitas de sangre en las patas.
Ahora estamos solos en la sala mirando televisión, tratando de olvidar a Vera, en una casa que no nos gusta, Tobías ya no come, empieza a oler mal y el pelo se le está cayendo, creo que se va a morir.
Hay algo que nunca olvidaré, el día que vi por primera vez un mapa de Kenia extendido sobre la mesa con itinerarios y costos de avión,
_ ¿Piensas regresar? Le pregunté. No dijo nada solo sonrió, fue hasta donde estaba Tobías, tomó su peluda cabeza entre las manos y dijo: Hay alguien más en mi vida Tobías. Unos días después me levanté de la cama y lo primero que dije fue,
_ ¿Y donde está alguien?
_ Ahí, me contestó señalando el mapa sobre la mesa. Tobías se estiró y se relamió las patas.
_ Se llama Leon, es francés y estudia etnología, vive en Nairobi temporalmente, estoy enamorada de él.
_ ¿Por eso vas a regresar?
Pero antes de que terminara de decir esto ella ya estaba en su habitación.
Al día siguiente le dije algunas cosas sobre el asunto, luego seguí insistiendo, ¿Estás segura que te quiere? ¿A que diablos vas a Kenia? ¿En realidad crees que lo encontraras? Pero Vera no contestaba. Ella ya lo sabía, no quería que se fuera.
Conseguí un trabajo extra por las tardes, tendría que viajar y eso me molestó un poco. Era la única manera de seguir pagando las cuentas, y aún esperaba que tal vez ella no tuviera el dinero suficiente para el boleto de avión y me pidiera prestado.
Nuevos medicamentos, le habían dicho en la clínica, nuevo tratamiento, más eficaz, en ese momento sí nos reímos juntas.
Pasaron unos días en que no sabíamos como hablar sin iniciar una discusión, una tarde llegué a la casa y vi tapizada toda una pared con las postales las guías y mapas que había traído de su último viaje por Africa. Ella las contemplaba desde la alfombra con una risa idiota, pensé que todo eso era más serio de lo que parecía y traté hablar lo menos posible sobre el asunto durante el desayuno del día siguiente, pero en cierto momento le solté,
_ ¿Has pensado en mí últimamente?
_ He pensado mucho. Dijo.
_ ¿Entonces, por qué te vas?
_ Por que espero regresar algún día y llevarte conmigo. Contestó. No pude decir palabra y fue el final de la plática.
Recuerdo que recibió la noticia mientras escribía cartas de despedida a su familia, yo no estaba presente, cuando quise saber no me dio detalles, solo me dijo no volvería a Kenia nunca. Los días siguientes Vera tuvo una nueva crisis, más aguda que las anteriores, Vera aprovechó uno de mis descuidos, mientras me encontraba fuera de la ciudad, y se corto las venas. Mi amiga de toda la vida, mi gran amor, me dejó y yo no estuve ahí, sólo Tobías echado junto a ella en la cama. Cuando la encontré, todavía tenía algunos de sus mapas y él gato tenía manchitas de sangre en las patas.
Ahora estamos solos en la sala mirando televisión, tratando de olvidar a Vera, en una casa que no nos gusta, Tobías ya no come, empieza a oler mal y el pelo se le está cayendo, creo que se va a morir.
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