lunes, abril 25, 2005

FLASH JAZZ

DOMINGO_LOPEZ@terra.es

DUKE


Al Cotton Club
acudían los blancos
con exquisitos modales
a oír la célebre orquesta
de músicos negros.
Durante varios años
la alta sociedad neoyorkina
iba allí a aplaudir con elegancia
y dejarse ver entre el humo
de los pitillos caros
mientras en el escenario
a un tipo con ojeras y aire bonachón
solo le importaba dirigir la banda
y pensar al mismo tiempo
ensimismado
en una nueva pieza musical
que no dejaba de rondarle la cabeza
y que escribiría
en cualquier trozo de papel
en cuanto llegara
al camerino.

BUD

En un callejón
entre orines y cubos de basura
tarareándola
toca su mejor música
en el piano
de las baldosas sucias
del suelo donde está
desde hace días
tirado

DIZZY
Dicen que
cuando le doblaron
el instrumento
en una bronca en un club
lo miró con su ojos globosos
como si lo viera con asombro
y se lo puso en los labios
divertido
y con curiosidad sopló
desplegando las velas enormes
de sus mofletes
y le gustó tanto el nuevo sonido
que casi se puso a bailar
ante el energúmeno atónito
que un minuto antes
estuvo a punto de matarlo
y desde entonces
el gran showman del jazz
tocaba siempre
con su trompeta deforme
tan contento de izar
el bob al viento.

BIRD
La Baronesa Nica
desde el baño
se alegraba de oírlo
reír sin parar
- casi como su saxo charlatán-
viendo aquel show cómico
en la tele.
Es como un crío,
debió de pensar sonriendo.
El agua de la ducha amortiguó
las carcajadas
y ya no las volvió a escuchar.
Lo llamó
mientras se secaba el pelo.
Envuelta en una bata blanca
abrió la puerta
se oían
los diálogos ocurrentes

llegó hasta la sala
y arrellanado en el sofá
del living de la suite
encontró
un cadáver risueño.

MINGUS
Tocaba el contrabajo
como si estuviera domándolo
peleándose con las cuerdas
con los músicos
con el público
con una mosca que osaba
pasar cerca curioseando.
Bufando
con ferocidad
manoteaba en las tripas
de la música
hasta empaparse de belleza
y solo entonces
brutal y huraño
agarraba su instrumento
como a un cerdo exahusto
se daba media vuelta
y se iba gruñendo
de felicidad.

MILES
L’enfant terrible
con una trompeta en los labios
-un genio-
cambió el rumbo de la música
cinco o seis veces
y cuando se la apartaba de la boca
-un bocazas-
casi lo hacía únicamente
para ponerse
a insultar.

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